lunes, 20 de octubre de 2008

Filosofía escolástica

Escolástica, la época que va poco más o menos de Carlomagno hasta el Renacimiento, es un término cuya mejor traducción es: período de las escuelas. Enseñar y aprender gozaba entonces de gran predicamento. Un magister era más que hoy un magnate de la industria, un manuscrito se cotizaba más que las mejores marcas de coches. Era un tiempo de la ciencia y del espíritu, no técnico, sino metafísico. Contaba más el hombre que la máquina y el dinero.

Por Filosofía Escolástica se entiende la filosofía Cristiana de la Edad Media, del siglo XI al XIV, enseñada en las escuelas. Por tanto, no es más que una parte de la cultura escolástica, o sea, la cultura que se daba en las escuelas de la Edad Media tras la caída del Imperio Romano y las Invasiones Bárbaras, donde la Iglesia se hizo, en estos durísimos siglos, la única conservadora de los restos de la civilización antigua y preparó el despertar de la cultura.

Estas escuelas nacen y se van desarrollando desde el principio de la Edad Media, adquiriendo tres formas distintas hasta fines del siglo XII:

a. Escuelas Monacales, existentes en los monasterios benedictinos conforme al plan estructurado por Casiodoro.
b. Escuelas Catedralicias, al estilo Isidoriano.
c. Escuelas Palatinas, erigidas en los palacios reales a imitación de la de Carlomagno.

La base de las escuelas medievales era la enseñanza de las llamadas siete artes liberales, que se dividían, como ya está dicho, en el trivium (gramática, dialéctica, retórica) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). El plan era laxo; así, por ejemplo, en la retórica se podía incluir la ética. En cuanto al contenido se atendía en ella al esquema platónico de las cuatro virtudes cardinales, que se tomaban de Apuleyo o de Macrobio.

No quiere decir esto que en esta época no existan más corrientes de pensamiento, sino que el pensamiento filosófico predominante en Europa es el Escolástico.

CARACTERISTICAS DE LA ESCOLASTICA

- El método comúnmente empleado de la previa exposición de argumentos a favor y en contra de la misma solución, el análisis directo del tema y la respuesta final a las objeciones en contra. Comprendía la lectio y la disputatio, en las escuelas superiores, que correspondían en cierto modo a nuestro sistema actual de clases y ejercicios prácticos o seminarios. Esto dio lugar con toda naturalidad a determinadas formas literarias: Las Sumas, los Comentarios y las Quaestiones disputatae. El método que entonces se seguía estaba marcadamente inspirado por la idea de autoridad, es decir, seguía la Biblia, las decisiones del magisterio eclesiástico y los dichos de grandes pensadores, teólogos y filósofos, como San Agustín, Aristóteles, Averroes. No obstante, como con frecuencia se contradecía las autoridades, había que comenzar a pensar. Por esta razón no dominaba menos la tendencia al pensar racional y se procedía marcadamente en sentido de la lógica formal, sobre todo por medio del silogismo. Precisamente por eso se gustaba de la discusión y de la dialéctica.

- La Escolástica, al elaborar las verdades de Fe, continúa a la Patrística, pero con caracteres propios y originales. Los padres habían formulado los dogmas y los Concilios los habían fijado: la Doctrina Católica estaba ya elaborada. Quedaba por organizar un sistema de las fórmulas dogmáticas y armonizarlas con el resto del saber. Esta es una de las tareas fundamentales que asumió la Escolástica.

- El carácter eclesiástico que domina en la especulación filosófica, no sólo por la profesión eclesiástica de los cultivadores, sino también por la influencia de la Iglesia en la misma, al dirigir mediante la censura oficial el curso de las opiniones. Más aún, el filósofo escolástico era, a la vez, un creyente, que al construir sus elaboraciones filosóficas no podía menos de tener presente el contenido doctrinal ya fijado por el dogma o la tradición escolástica.

- El carácter tradicional y colectivo que encierra su completa elaboración. Más que ninguna otra filosofía, ésta no es debida a una sola personalidad. Implica una elaboración lenta y progresiva que nace del esfuerzo sostenido de una sucesión encadenada de pensadores que en mutua dependencia van ampliando el círculo de problemas, las fuentes de información, la exactitud, la riqueza y profundidad de sus soluciones, culminando este movimiento progresivo en la síntesis filosófica que se elabora en el siglo XIII hasta primeros del siglos XIV por destacadas personalidades filosóficas.

- Dado que las verdades dogmáticas habían sido establecidas, la razón o la investigación filosófica se veía obligada a reconocer ciertos límites, es decir, la propia subordinación a la fe. El determinar las relaciones de subordinación de la razón a la fe y establecer hasta qué punto el entendimiento puede con sus fuerzas profundizar en el contenido de los dogmas, es otro problema central de la Escolástica. En este sentido se llama a la filosofía sierva de la teología, es decir, el dogma es entendido como principio regulador de la razón, a fin de que ésta no se desborde y se vuelva contra la fe, y se aplique solamente a interpretar los datos dogmáticos. Sobre este punto no concuerdan las dos diversas direcciones del racionalismo y del misticismo. No es fácil distinguir, en la primera, en la Escolástica, la teología de la filosofía. Sin embargo, después, este problema de la distinción es filosóficamente formulado. La misma sistematización de la teología hacía nacer problemas de índole filosófica que, una vez elaborados y resueltos, servían para definir el dogma. Por lo tanto, el pensamiento escolástico es un complejo teológico-filosófico aún hoy vivo.
El Problema de los Universales.

El pensamiento de Juan Escoto Erígena no ejerció ninguna influencia en el siglo X, de profunda decadencia en los estudios, que se reanudaron con el siglo XI. Del estudio de la Dialéctica nace un problema característico de este siglo: el Problema de los Universales, que se puede plantear en estos términos: El Universal (concepto, idea) o la esencia común a todas las cosas que indicamos con un mismo nombre ¿tiene una realidad objetiva? ¿representa algo real fuera del sujeto o, en cambio, es un simple acto de nuestra mente expresado con un nombre? Si las cosas son concretas y particulares, y los conceptos o ideas son abstractos y universales, ¿cómo puede decirse que el concepto representa a las cosas? ¿cuál es la relación entre los universales y los entes particulares? El grave problema estaba presente en Aristóteles y aparece de nuevo, lleno de vida y de plenitud en la Escolástica y que estará siempre presente en toda la filosofía medieval. Las soluciones al problema se pueden clasificar en cuatro respuestas: Nominalismo, Conceptualismo, Realismo Moderado y Realismo Exagerado.

a. Nominalismo. Consistiría en negar la base del mismo problema, es decir, la dualidad esencial del conocimiento humano en sensitivo e intelectual, reduciéndose todo conocimiento al conocimiento sensitivo y, por lo tanto, a objetos concretos e individuales. Lo que llamamos objetos abstractos son Nombres que tienen el poder de despertar una multitud de imágenes concretas parecidas. Cuando el concepto universal o idea es privado de los caracteres específicos de necesidad y de universalidad y es reducido a un puro nombre se tiene el Nominalismo que representa la oposición extrema entre el universal y la cosa. El Nominalismo está siempre en conexión con el Sensismo para el que real es solamente el individuo particular del mundo de la experiencia que se conoce únicamente por medio de los sentidos.

Se da principalmente con JUAN ROSCELINO (s. XI), canónigo de Compiegne, que murió hacia el 1120. Llamó a los objetos abstractos del conocimiento intelectual “palabras sin contenido”, pero, más que una posición afirmativa, su intención, al parecer, se encaminaba solamente a la negación de un realismo que surgió en dicha época. Su nominalismo comprometió el dogma de la Trinidad, pues la única Sustancia Divina no es más que un nombre y las Tres Personas son tres sustancias diversas, indicadas con un mismo nombre. Se desemboca así en la herejía del triteísmo, condenada en 1092 por el Concilio de Soissons.

b. Conceptualismo. Consistiría en afirmar la existencia de los objetos genéricos y abstractos, pero solamente como puros objetos de conocimiento en todo su contenido, sin tener existencia real independientemente del acto de conocer. Por tanto, considera los universales como contenidos de nuestra mente, como actos mentales o presentación subjetivas, producidos o elaborados por el entendimiento pero sin conexión con la realidad de las cosas.

Se considera como seguidor de esta doctrina a Pedro Abelardo. Históricamente también es sostenida por Kant.

c. Realismo Exagerado. Históricamente tenemos afirmado a Platón que los objetos abstractos o ideales existen realmente en cuanto tales, independientemente del acto de conocer e independientemente o separadamente de los objetos sensibles e individuales. Son las famosas ideas o esencias de las cosas que no están en las cosas y, sin embargo, constituyen la esencia de las mismas.

En la Edad Media se inicia un realismo exagerado en el s. XI con Ricardo d´Auxerre, Odón de Tournai, Guillermo de Champeaux, maestro de la escuela catedralicia de París que polemizó con Roscelino y con su discípulo Pedro Abelardo. En el s. XII se desarrolló principalmente en la Escuela de Chartres con Bernardo y Teodorico, quienes sostuvieron que sólo las ideas universales son entes, las cosas sensibles son nombres y de la unión de las ideas o formas ejemplares con la materia se ha formado el mundo sensible.

d. Realismo Moderado. En contra del realismo exagerado se afirma positivamente el realismo moderado que aceptarán los grandes escolásticos del s. XIII como Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura y otros, basados en el realismo aristotélico, constituyéndose en la única solución que se ajusta a los hechos rigurosos del conocimiento, debido a que las ideas son elaboradas por el entendimiento humano, es decir, son conceptos, pero que están basados en la realidad de las cosas, siendo así reales, pero sin existencia propia e independiente como afirma el realismo exagerado.

La universalidad de los objetos abstractos no existe en la realidad, pero se funda en la realidad y es fruto de la actividad fundamental del entendimiento humano.


Con el siglo XIII se produce en la edad media un imponente arranque intelectual. Fue como una nueva floración que debe atribuirse a tres circunstancias: el esplendor de las universidades, el continuo desarrollo de la actividad científica de las grandes órdenes que ingresaron a la Universidad y la recepción de las obras filosóficas de Aristóteles. Tales fueron los nuevos impulsos que se dejaron sentir entonces en todas partes.

Causas del Florecimiento de la Escolástica.

· La Fundación de las Universidades. Las universidades son el resultado del desenvolvimiento de las escuelas monacales, catedralicias y palatinas, iniciado en el s. VIII. En un principio se creaban sólo facultades aisladas. Después, en las grandes ciudades, las distintas facultades se fueron reuniendo poco a poco, apareciendo así la Universidad, según las agrupaciones de la época, como la agrupación profesional de maestros y estudiantes, unidos por intereses culturales comunes. Las nuevas universidades surgen debido al privilegio otorgado a ellas por los reyes y los Papas, interesados en por estos centros y preocupados por controlarlos y emplearlos al servicio de sus propios fines, por lo que su intervención distaba mucho de ser desinteresada, lo que explicaba el proteccionismo de ambas partes. Sin embargo, la lucha con los dos poderes dará lugar a la conquista de la relativa autonomía universitaria. Las universidades se organizaron bien pronto y los estudios fueron sistematizados en cuatro facultades: teología, artes (filosofía), derecho y medicina.

La más celebre de toda fue la Universidad de París, centro cultural de la cristiandad católica, llevada a gran esplendor por los Pontífices Inocencio III y Gregorio IX, recibiendo, además, la influencia del Rey de Francia. Entre sus eminentes maestros sobresalen: Alejandro de Hales, Buenaventura, Alberto Magno, Tomás de Aquino y Duns Escoto. Célebre fue también la Universidad de Oxford, en la que, a diferencia de la de París, predominó el interés por los estudios científicos (matemática, ciencia y astronomía), teniendo mayor autonomía de la autoridad pontificia. En Italia se hicieron célebres las Universidades de Bolonia, especialmente por los estudios jurídicos, y la de Nápoles. Sucesivamente surgieron otras universidades como la de Cambridge, Orleans, Salamanca, Padua, Lérida, Praga, Viena, Heidelberg, Toulousse.

· El Ingreso de las Ordenes Mendicantes a la Universidad. Las dos grandes órdenes monásticas de reciente institución: Dominicos y Franciscanos, tienen una gran actividad cultural. Con la ayuda de los Papas, maestros de las dos órdenes lograron, después de árduas luchas contra la resistencia de los docentes seglares, obtener cátedras en la Universidad de París, entre los años 1229 y 1231. Ya en 1230 los Dominicos tienen en ella dos cátedras y los Franciscanos una, adquiriendo muy pronto la preponderancia. Los dominicos fueron siguiendo poco a poco la dirección del cada vez más floreciente aristotelismo, mientras que los franciscanos propendían más a la otra tradición más antigua, la del platonismo agustiniano. Al ingresar los frailes a la Universidad, la teología y la filosofía se revitalizan y adquieren prestigio. Las órdenes mendicantes cumplen una tarea de capital interés en la asimilación de los nuevos elementos filosóficos que enriquecen a la cultura occidental. Además, su contribución se extiende a la elevación del nivel científico de los estudios universitarios.

· La incorporación y asimilación del pensamiento aristotélico. El descubrimiento del sistema de Aristóteles, a través de la reelaboración llevada a cabo principalmente por los árabes y más tardíamente las traducciones directas del griego, fue el principal factor que influyó en el pensamiento del siglo XIII. A la vez, da luces a una crisis de rejuvenecimiento y crecimiento, caracterizada por la iniciativa, el espíritu crítico y la búsqueda de un hombre nuevo en una nueva sociedad. El renacimiento aristotélico invade la vida intelectual y penetra en las universidades gracias a la labor de los religiosos.

Los siglos anteriores sólo conocían de Aristóteles los libros de Lógica; ahora pasan de España al Occidente las obras de física, metafísica y ética del Estagirita. Es un nuevo material riquísimo que se ofrece a la discusión, un nuevo mundo que se abre. Sin embargo, la asimilación de la doctrina aristotélica entra de inmediato en conflicto con la concepción cristiana vigente en temas como la Creación, la Providencia, la Inmortalidad personal del alma, entre otros, por lo que se tratará de hacerlo acorde con el dogma cristiano, tarea emprendida principalmente por Alberto Magno y Tomás de Aquino, quienes elaboraron la síntesis entre la teología cristiana y la filosofía aristotélica. Así, el encuentro con Aristóteles origina varias corrientes entre sus seguidores y conduce a la formación de distintas escuelas.