lunes, 20 de octubre de 2008

Guillermo de Ockham (1300-1349)


Discípulo de Escoto, como él inglés y franciscano, lleva a tal extremo algunas síntesis de su maestro que es condenado por la Iglesia y se refugia en la corte del rey de Vaviera, entonces en pugna con el papado. Entre sus obras filosóficas están: Comentarios a las sentencias, Centiloquium, Theologicum.

En la doctrina del conocimiento, la sensación es realmente causa eficiente. Sólo necesitamos observar el mundo exterior y reflexionar interiormente sobre las representaciones adquiridas y con ello el conocimiento humano queda a punto. Retorna al problema de los universales y se declara decididamente nominalista. Niega todo universal anterior a las cosas y en las cosas mismas. En el mismo pensar humano, el universal es sólo un signo, una creencia, una convención, una ficción. No muestra la naturaleza íntima de las cosas.

En consecuencia, las ideas universales son sólo nombres y únicamente tienen realidad los seres individuales que son el objeto de las ciencias naturales. Sostiene que el conocimiento verdadero y cierto es el conocimiento intuitivo de las cosas concretas y no el abstracto de las ideas universales, afirmando el conocimiento intuitivo de la realidad como única forma válida y posible de conocer, adelantándose al empirismo moderno. Todo saber viene ahora de la percepción sensible.

Como su maestro, separa radicalmente la razón y la fe, afirmando que Dios no puede ser conocido por la razón, sino la fe (fideísmo). Su individualismo y criticismo preparan el terreno a la forma de pensamiento que dominará en el período siguiente: El Renacimiento.